Cada vez que me miras, que me hablas, y por supuesto... que me tocas, ocurre una consecución de situaciones corporales, que desencadenan una docena de efectos que generan una respuesta en mi, una respuesta que no puedo controlar y me cuesta mucho describir.
Primero; una sensación extrañísima emerge desde la boca de mi estómago hasta llenarlo, luego se extiende hasta alcanzar mi garganta apretándola, y curiosamente dificultándome respirar. Mi boca se llena de saliva, como lubricándose, mientras mis labios a medida que se ponen más y más febriles se me secan, tomando un tono rojo carmesí, inflamándose e incluso hiriéndose de tanto calor.
Segundo; mis extremidades por algún motivo se adormecen, me tiemblan y la sensación anterior que se había quedado en mi garganta baja por mi espina dorsal sacudiendo cada punto y desembocando en el sacro, para luego retornar ami estómago y trasladarse a mi vientre. De mi vientre se extiende cautelosa y selectivamente hacia mis pezones y mi vagina, en una suerte de potente electricidad que me llega a poner tensa y que otras tantas es hasta dolorosa.
Tercero; seguido de lo último comienza un estremecimiento generalizado de las diferentes áreas de mi cuerpo que acaba en una contracción fuera de lugar, acentuada entre mi vientre y mis labios inferiores, humedeciéndolos, sobre saturando el sector de flujo sanguíneo, llevando las palpitaciones una pseudo explosión que necesita de manera urgente acabar en el más corto tiempo.
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