pudor

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viernes, 25 de noviembre de 2011

DeLeItE vIsUaL

Estuve observando cada uno de los detalles que configuran tu (por decir lo menos) exhuberante estructura, ese cuerpo que pocas veces me ha tocado observar, tocar, catar, oler... cada una de las cualidades era no muy distante de lo que ya era conocido por mis sentidos, pero a las vez cada una de ellas se volvió fascinante para mi cuerpo, en una atracción casi involuntaria, en una erección espontánea, casi automática cada vez que te presentas frente a mi, cada vez que de tu boca sale cualquier palabra, detrás de cada movimiento, del imaginario impotente de mi cerebro que configura sin querer las situaciones más lasivas que he logrado mantener en mi vida, que me persiguen durante el día y no me dejan ni en la noche tranquila, y que sólo se alejan cuando logro saciar todo el ardor que tu cuerpo produce en mi, cuando mis manos son capaces de igualar tus caricias, cuando mi piel logra llenarse de aquello en lo cual descanza cuando tu la palpas, cuando mi corazon y mi torrente llegan a latir, a fluir de la manera enque lo hacen cuando tu lo provocas presencialmente.

martes, 1 de noviembre de 2011

Despues de tanto...

Después de tanto tiempo ella pensó que nada seria lo mismo
Luego de cada roce su cuerpo se estremecía como nunca antes
Lo anhelaba, lo deseaba, tanto así que en ese preciso instante lo imaginaba sobre ella
Hablaban, sonreían e intercambiaban miradas, miradas que llevaban un intertexto
Miradas que decían, que comunicaban mucho mas de lo que las palabras hacían
En un instante muerto se agotaron las palabras, el tema se detuvo,
Sin embargo las miradas continuaron su nexo, mantuvieron la conexión
Él se acercó, y en seco le robó un beso.
Ella no se negó, no pudo, la perplejidad la invadió y cada trozo de su cuerpo se erectó
Sus pezones se pusieron duros hasta el punto de doler con cada roce.
Él de alguna manera lo supo, lo sintió, y rápidamente arremetió sobre sus pechos, deshaciéndose de todo lo que los cubría
Abriéndose paso hacia la piel, la carne, el calor, de su aroma irresistible
Y el sonido irrenunciable de sus gemidos, de su respiración agitada con cada beso
Profunda con cada roce de sus labios y su lengua sobre ella.

Su cuerpo se estremeció, sus labios y sus mejillas enrojecieron, descubriendo su excitación, sentía cada pulsación en medio de sus piernas
En lo mas profundo de la carne de su vagina, en los pliegues de su clítoris, percibiendo como poco a poco se humedecía y se mojaba
Como su cuerpo se preparaba para recibirlo a él, a su cuerpo, a sus ganas.

Nada demoró en llegar hasta la fuente donde fluía todo su deseo
Nada demoró en saborear, en tantear sus ganas.
La degustó como hacía tiempo nadie lo hacia, profunda y extensamente
Ella lo disfrutó, gimió todo lo que quiso sin pudor, se dejo querer
O lamer en este caso, pero ella quería más
Lo quería adentro, sentía sobre sus pantalones la envergadura de su miembro
Meciéndose entre sus piernas, tratando de atravesar sus ropas
Y eso a ella le calentaba en extremo...

miércoles, 7 de septiembre de 2011

nada mas ni nada menos

Solo una palabra basto para volverse el impulso que necesitaba, solo una sonrisa que afirmara lo que de alguna manera sentia, y cuando tus labios y los mios se juntaron en ese ardienre beso, humedo y explosivo, ya no necesitamos decir nada mas. Cuando tu cuaerpo se apego al mio y tus manos no dejaron espacio en mis senos, el cuerpo se encargo de comunicar todo aquello que en algun momento quice decir, gritar que lo que pretendiamos era que estuvieras todo tu dentro de mi, olvidandonos de todo como con ese beso...

martes, 26 de julio de 2011

SoLo Un MoMeNtO



Fue solo un momento, y yo los quería todos para mi. 

Fue solo un encuentro y por tarada me quede sin ninguno más. 
No se qué hacer ahora, no se qué decir, solo sé que pienso constantemente en ti, en aquella vez, en los besos, las caricias, las miradas repletas de ansia, de deseo, de lujuria, de tantas cosas que ya habíamos compartido antes pero que no se habían llegado a consumar como en aquella vez.

Me quedé corta, me tupi, la expectativa fue más grande que tu y yo en ese cuarto. 

Te quise completo, entero, fogoso y tierno a la vez, pero no fui capaz. Morí en el intento, y ahora sufro. Sufro por no tener más de aquellos instantes contigo, entre tus brazos, con el calor de tu piel abrasándome, con la tibieza de tus ojos y la profundidad del inmenso color café dentro de ellos, de esos ojos que me hacían sentir que todo estaba bien, por lo menos por ese instante, por lo menos hasta que nos viéramos de nuevo.

Anhelo el brillo en esa sonrisa que yo creía solo para mi, tus palabras, la simpleza del momento, el espacio eterno cuando estábamos solo tu y yo... y la nada. Ni un compromiso, ni un te amo, ni un categoría... nada. Solo el tiempo, nuestros latidos, los cuerpos y los magníficos alientos que hicieron de cada ocasión mi ocasión, mi momento, mi día, mi vez contigo entre mis brazos.

lunes, 4 de julio de 2011

UN IMPULSO (segunda parte ) (segundo él)


Exausto y extasiado el cree que todo ha acabado y que ella ha terminado de utilizarlo, que ha llegado su turno, el turno de enseñarle todo aquello que él tiene para ella. Ha disfrutado infiinitamente, aunque durante cada posición, cada rasguño, cada pellizco, él ha deseado profundamente detenerla y penetrarla hasta sentirse parte de ella, hasta hacerla gemir y jadear, hasta que todo su ser fluya en sus deseos.
Ha sentido esto durante los momentos en los que ella le permitió descolgarse de tanto placer, y si el pudiera decirlo, la verdad fueron muy pocos hasta este instante, hasta que la duda la atravesó por algunos minutos.

El deseo se apodero de él, de su vientre, de su miembro, repleto de sangre, erecto, y en un impulso lo inundó. Buscó sus ojos, y sin buscarlos demasiado los encontró llenos de ansia, de pasión. Ella regresaba de la duda.
En tres minutos cientos de imágenes saturaron su mente, miles de olores y sensaciones rebosaban en todos los niveles de la percepción.

Sus miradas se encontraron, reflejaron mutuamente el deseo que los embargaba, compartieron de alguna manera la imagen lujuriosa de cada uno. Solo con eso él se excitó, y su erección era el firme testimonio de aquello, su dureza era el mensaje que detuvo la fantasía de ella en ese mismo instante.

Dentro de ella la excitación fue toda una explosión, sus órganos casi escapaban de su cuerpo, como si el útero palpitante se abriera de par en par para recibir todo su vigor. Todos sus labios se empaparon, su boca salivó, casi alucinando como su glande hacía vaivén dentro de su boca, frotándo su lengua, adentrándose entremedio de sus nalgas. Su cuerpo lo sintió en ese mismo momento, quiso ser penetrada en ese mismo momento.

Casi por instinto ella separó sus piernas de pie frente a él, en tanto que él respondió posicionando sus dedos en sus labios mayores, buscando la calidez de su sexo, el ardor de su carne.

El impulso fue aún mayor luego de sentirla dispuesta, el apetito se apoderó de él, y sin más se abalanzó sobre ella, sobre sus piel, su busto, su vientre. La lamió, la recorrió, con su legua degustó cada pliegue, cada recobeco. Reconoció sus distintos sabores, identificó cada uno de sus aromas.

Con cada inspiración que él tomaba sobre su cuerpo la hacía estremecer, y cada roce de su nariz, de sus labios y su lengua sobre su piel, le provocaban retorcerse inevitablemente.

Cuando él llegó al "monte de venus" pareció detenerse, como si estuviera contemplando aquella área. Los segundos de ese episodio fueron eternos para ella, su lujuria no permitía pausas, mas había aprendido a contenerse.

Bajó lentamente por su bello púvico, hasta encontrarse con un pequeño trozo de ella, terso y suave, erecto al igual que su pene. Lo besó delicadamente por cada relieve, cada capa candente, y finalmente entrometió su lengua dentro de ese espacio inundado. Buscó su sabor, lo quería para él, se posó degustándola y lo disfrutó.
Presionó sus muslos al son de sus movimientos, al ritmo de los latidos, de toda su sensualidad.
Al terminar, abandonó la acuosa vulva para regresar al clítoris, allí su lengua fue su anfitriona, y recibió a ese clítoris con una lamida firme y larga, que provocó que en ella se erizara hasta el más pequeño y delgado de los bellos.
Su lengua se desprendió, el calor permaneció, y de un segundo a otro ella sintió una profunda puntada alli donde aún sentía la lamida.
Él la había mordido, había incrustado sus dientes en ese pequeño y delicado trozo de ella, por un instante no respiro, se volcó sobre aquella sensación, punzante y profunda, que en el fondo le era placentera.
Lentamente él la fue presionando más y más, ella inspiró y retuvo el dolor que sentía para sí, y se quedó con lo demás, y no lo detuvo, le gustó, lo gozó terrible y dolorosamente, hasta que el aire en su contención ya no dio para más y se liberó en un gemido corto y agudo, que provocó en él una mayor erección, unos centímetros más, una avalancha de sangre saturando cad uno de los cuerpos cavernosos.

Rápidamente se incorporó, la voltió y la atravesó cruda y estripitosamente, sin preludios. Su ritmo fue seco y rápido, profundo y avasallador. Ella gemía hacia adentro, como apagando todo lamento. Eso a él no le agradó, él le había entregado cada uno de sus gemidos desvergonzadamente. Entonces la rodeó con sus brazos desde atrás, mientras permanentemente calaba en su interior, y con sus dedos envolvió los duros pezones de ella y los exprimió hasta que ya no pudo contener más ese grito soltándolo para él, fuerte, claro, agudo y sostenido.

Seguido, ella tomo sus manos y las puso sobre sus nalgas, él repitió la escena con ellos, los apretó interminablemente, arremetiendo cad vez más adentro en ella, hasta que en un momento ella se quitó de aquel lugar y sin premeditación alguna su pene terminó introduciéndose tosca pero placenteramente en su ano.
Ella no dejó en ningún momento de gemir y jadear, el enloqueció, y eso era lo ella justamente quería, quería que el se perdiera en ella, sabía que el mostrarle su satisfacción lo sumergía más en ella.

Él la penetró hasta el último gemido, hasta que ya no hubo más que jadear porque no quedaba aire que aspirar, y permanecieron así uno dentro del otro, amigos, amantes casuales... historia ya pasada.


jueves, 30 de junio de 2011

UN IMPULSO (primera parte) (primero ella)


Ahí se encontraban ambos, amigos, amantes casuales, trémulos ante el impulso que los empujaba a través de cada una de las fibras de sus cuerpos.
Con ojos penetrantes inspeccionaban con detalle cada punto, cada expresión, cada movimiento del otro, e imperceptiblemente se olían mutuamente, percibiendo las variaciones que daban cuenta de las direcciones que tomaba dicho impulso.

No era fácil ignorar tanta sensación, y es que la química que surge de dos cuerpos, la atracción casi magnética de la carne es una cuestión de la cual es imposible escapar.

En un determinado y bien calculado instante, ambos cuerpos se toparon en medio del espeso espacio, entre el peso de la nada agobiante que los acompañaba.
Fue el roce mas extraordinario quizá que pudieron sentir entre ambos, algo sensorialmente profundo.

La tensión.
El aliento.
El sudor.
Los aromas.
Las miradas... de esas profundas que parecen desnudar más que el cuerpo, que reflejan el deseo, las ganas, los anhelos.

Seguido al roce vino el descubrimiento tácito, expedito de cada uno de los relieves, de las hendiduras de sus cuerpos.

El calor de la carne era el mejor mensajero.
Las palabras sobraban y el aire solo se prestaba para llenar los pulmones, para proveer a los amantes de vida y evitar desfallecer.

Alguna mano comenzó la travesía.
Era verano por lo que no había mucho ropaje del cual deshacerse. Sin embargo, los años que precedieron a ese momento eran el traje mas grueso, los inevitables temores y expectativas de aquel reencuentro presionaban más que un corsé del 1700, y sobre todo la inundaban a ella, a sus prejuicios, a sus recuerdos, los recuerdos con él, los recuerdos de sí misma.

El sólo y siempre quiso volver a verla, a sentirla, a tocarla. Pero esta era la ocasión, hoy todos sus anhelos se hacían literalmente carne, este día la tendría para él, y le entregaría a ella todo lo que siempre guardó.

La mirada de ella era un poco escurridiza, un poco avergonzada, como si esperara que sucediera algo.
Él no le quitaba los ojos de encima, presenciaba su pelo, sus labios brillantes, rojos por la sangre, observaba sus pechos redondos, su espalda estricta y la caída de su columna hasta sus glúteos. La admiró, y en cada toma la deseó fervientemente. Tanto así, que ella logró percibir su deseo, su mirar permanente, y se sintió como hacía mucho no sentía, se sintió deseada, anhelada lujuriosamente, desprendida de todos los roles que solía cumplir diariamente, ahora era sólo ella, frente a él, sin pasado, sólo el que él conocía, y con todo el deseo dentro de ella, dentro de él, en el aire.

Todo esto le bastó para levantar la mirada, y enfocar sus ojos cafés en él, en su cuerpo, en las amables facciones de su rostro, en su expresión de deseo. Lo observó hasta encontrarse con sus ojos, su mirada arrasaba con él, era una mirada desconocida para ambos, una mirada poderosa, tan poderosa que a él lo paralizó, le hizo esperar por lo que vendría. Así ella avanzó hacia él. Él retrocedió con cada uno de sus pasos hasta encontrarse sorpresivamente con el catre de la cama, al cual cayó bruscamente.

Ella se adelantó hasta encontrarle, lo miró desde lo alto con una mueca seductora en su rostro.
Levantando una de sus piernas se posicionó en el borde de la cama, abierta, sin mirarlo. Él no pudo más que aclarar su garganta con la saliva que desde hace rato desbordaba su boca al ver su posición.

Se montó sobre él, con las piernas bien separadas le dejó sentir el calor de su vientre, de su vagina, extendiendo su pelvis hasta el bulto lo bastante erecto como para sentirlo. Él inspiró profundamente, como si el calor de ella le hubiera atravesado, a ella eso le agradó, le provocó una pequeña mas no insignificante sensación en la unión entre su vulva y su ano, una extraña tensión que la remeció hasta el sacro, lo que la enderezó aún más sobre él.

Lo abrazó, y desde sus hombros acarició su espalda hasta alcanzar la abertura de su polera que tomó y retiró hábilmente.
Ella ya no lo miraba directamente, el buscaba aquella conexión, mas ella ya no era la misma que había entrado a esa habitación.

Ella lo tocó con las yemas de sus suaves y pequeños dedos, con la punta de sus uñas, presionándolo firmemente, pasando por todas las ondulaciones que dibujaban su tersa espalda, sus músculos, su morena piel.

Él la sentía como siempre quiso, como jamás imaginó, como nunca había sentido a otra mujer por el sólo hecho de ser ella. Todo su cuerpo estaba atento a cada uno de los movimientos de la mujer, recibiendo hasta la más mínima sensación... se entregó, decidió dejarla hacer de él lo que se le antojara.

Ella lo lamió, lo degustó, parte por parte, centímetro a centímetro. No dejo lugar sin explorar.
Cuando llegó a la base de su glande, se sintió en la gloria. Lo absorbió, cada mamada de esa verga la hizo como si fuera la última, como si ese fuera el último hombre al cual tendría la oportunidad de ofrecer placer, y eso la excitaba, la calentaba desmedidamente el que él la deseara, el que él gimiera, y su única pretensión era envolverlo en ella hasta más no poder, hasta que en algún momento él la detuviera.

Era egoísta, y en verdad se sentía dueña de cada sensación, de cada erección, de cada una de sus gotas de semen, de sudor.



martes, 21 de junio de 2011

Exquisita tortura.




Es temprano, aún el astro rey no se asoma al nuevo dia, y sin embargo siento que un fervor recorre mi cuerpo desde mis entrañas.

Hace frío, y sé que no estas desde hace ya mucho, sin embargo puedo sentir la presencia, el peso de tu cuerpo junto a mi, tus manos, el aroma de tu piel, tu aliento, que tantas veces me fue necesario para respirar en aquellos momentos en que nuestros pulsos eran uno solo, en que la armonía de nuestros movimientos nos entregaban un placer absoluto.

Una ilusión, una ilusión de segundos me saca de este lugar, evoca todas las sensaciones que me provoca tu ser, todas las sensaciones que me provoca sentirte excitado, complacido, sumergido en mi cuerpo, en mi calor, en mi sabor de mujer, en el sudor de este ejercicio que tanto nos agrada. Cada vez que logro sentir que tu cuerpo se estremece con mi sexo, con mi tacto... me siento la mujer mas sensual de la tierra.

Me incorporo, inspiro profundamente mientras siento mis latidos acelerados, latidos que retumban en mis orejas, en mi vientre y en mis labios, hasta llegar a algún lugar en lo profundo de mi útero. Estoy sola, sola con el frío, sola con el recuerdo y la sensación.

Cierro mis ojos, y en un instante apareces junto a mi, todo tu como siempre, como antes, como te recuerdo.
Siento tus manos tibias recorriendo la parte baja de mi espalda, ahi, en ese punto donde mi columna termina, ahi donde se sienten las mas maravillosas descargas de las sensaciones de la piel, ahi donde la espina es el centro del cuerpo, y cada pincelada de tus dedos sobre mi piel me provocan un retorcimiento irresistible, al cual me someto sin cuestionamientos, ni por qués.

Tan entregada estoy, que sin advertirlo, siento tus manos en mis muslos, me agarro firme de tus hombros, casi que puedo atravesarlos con mis dedos. Los estrujas y me presionas sobre ti. No hay mas contacto que ese. El éxtasis es sobrecogedor, al igual que tus grandes manos, y tus dedos que se extienden por el contorno de mis glúteos sin respetar límite alguno. De pronto uno de ellos irrumpe entre la bifurcación que separa ambas nalgas, delicada y sigilosamente, con precaución, a la espera de alguna reacción, de algún gemido, quizás de alguna restricción de mi parte. Pero para mi sorpresa también no es así, no hay impulso alguno que me diga que te detenga, al contrario, todo me dice, todo te señala que continues por ese lugar, sin más, sin preguntar. Y así, tal cual, sin consulta termino de espaldas a ti, sintiendo todo el grosor de tu vigor varonil rozándome la espalda, buscando un lugar por el cual entrar, y rápidamente lo encuentra y se apodera de mi.

Siento como de golpe penetras en mi interior, brusca y dolorosamente, mas ese dolor es placentero y esa brusquedad es embriagante y me deja con ansias de más, por lo tanto no hay nada que te detenga, excepto el hecho de que como nunca antes de veras siento una ambivalencia absoluta de sensaciones, este padecimiento  sin el cual no podría experienciar esta maravillosa y totalmente novedosa satisfacción, acompañado del impulso constante y permanente de que me quedo sin aliento, de que en cada arremetida tuya el aire se asienta en mi pecho y me lo presiona mientras disfruto de la sensación, de la exquisita tortura que es tu falo impregnando agudamente mi posterior.

Por primera vez siento eso que alguien alguna vez denominó como la pequeña muerte, esta explosión de sensaciones, este orgasmo en particular que no es cualquier orgasmo, no es ese que viene del contacto directo con mi clítoris, es un orgasmo lleno de dolor, de una pulsación constante que dirige el ritmo de mis movimientos. Alucino, deliro, y en un grito extenso y desgarrado acabo contigo adentro, contigo en un vaivén interminable que extiende mi placer.

Cierro los ojos, y me quedo sintiendo tus manos apretando mi cintura, sintiendo el sonido de tu miembro introduciéndose en mi ano, sintiendo el pulso de esa dura verga dentro de mi, los latidos de mis labios, el calor de mi vulva... abro los ojos y ahí estoy sola, sola con el frío, sola con el recuerdo y la sensación.

jueves, 16 de junio de 2011

Te extraño

En este momento te extraño,
a veces un poco, otras con un poco de desesperación.
He aguantado.
Me hago la fuerte lo más que puedo, me he dado cuenta que no te necesito,
pero pucha que cuesta, cuesta sacarse todos los recuerdos de encima,
todos los sentimientos, las sensaciones, los momentos.
Las imágenes visitan mi mente una y otra vez,
cargadas de emoción, me llegan a erizar los bellos.
Me siento triste, abatida por esta sensación de quererte aquí...
cuanto deseo que estés aquí,
cuanto anhelo que me recuerdes tu también, que me anheles, y me evoques como lo hago yo ahora,
que al despertar una mañana estés de nuevo junto a mi,
no sabes cuanto lo deseo aunque se que no puede ser así,
aunque se que el viaje ya ha sido emprendido,
emprendido tanto por ti como por mi, como por el universo
universo que en algún punto, en algún momento de la vida, del tiempo, del espacio
se atrevió a estrellarnos, a reconocernos, a amarnos y a desear que eso fuera así por siempre.
extraños y azarosos caminos de la vida, del todo y de la nada
y yo aquí, dispuesta a recordarte
y tu allá en la vida, decidido a olvidarme.

martes, 7 de junio de 2011

Intima Intimidad

Qué hace que el sexo o mejor dicho el acto sexual sea tan liberador?, Por qué la literatura a lo largo y ancho de la historia lo menciona como el punto en el que dos cuerpos se funden en uno, la pequeña muerte, ese momento en el no sabemos si estamos vivos, si hemos vuelto a nacer, si somos nosotros como siempre, o si algo de ese otro cuerpo ha quedado y nos ha hecho diferentes? Por qué injustamente se le ha estigmatizado de las peores maneras, qué será lo que no debemos por ningún motivo experimentar o experienciar a través de nuestros propios cuerpos, de nuestras propias sensaciones?

El cuerpo es lo más hermoso del ser humano, es una maquina perfecta, que funciona y se desarrolla con una armonía envidiable, e inigualable. Deseo imperantemente saber qué es lo que hay detrás de ese cuerpo, detrás de ese órgano, de esa sensación, de ese sentimiento, de ese escalofrío... no es un vicio, no es solo por el sentir, es la intimidad que se adquiere con uno mismo en ese momento, mas allá de la obtenida con el compañero, con el otro. Es ese momento de lucidez donde todo parece no importar en el mundo, y el cuerpo se abre a solo sentir, con cada uno de sus átomos, con cada poro, cada pelo, cada glóbulo de la sangre, cada neurotransmisor, cada ramificación y terminación nerviosa, cada hormona liberada, cada recuerdo, todo el propio ser.

domingo, 29 de mayo de 2011

DeSoRdEn HoRmoOnAl

Cada vez que me miras, que me hablas, y por supuesto... que me tocas, ocurre una consecución de situaciones corporales, que desencadenan una docena de efectos que generan una respuesta en mi, una respuesta que no puedo controlar y me cuesta mucho describir.

Primero; una sensación extrañísima emerge desde la boca de mi estómago hasta llenarlo, luego se extiende hasta alcanzar mi garganta apretándola, y curiosamente dificultándome  respirar. Mi boca se llena de saliva, como lubricándose, mientras mis labios a medida que se ponen más y más febriles se me secan, tomando un tono rojo carmesí, inflamándose e incluso hiriéndose de tanto calor.

Segundo; mis extremidades por algún motivo se adormecen, me tiemblan y la sensación anterior que se había quedado en mi garganta baja por mi espina dorsal sacudiendo cada punto y desembocando en el sacro, para luego retornar ami estómago y trasladarse a mi vientre. De mi vientre se extiende cautelosa y selectivamente hacia mis pezones y mi vagina, en una suerte de potente electricidad que me llega a poner tensa y que otras tantas es hasta dolorosa.

Tercero; seguido de lo último comienza un estremecimiento generalizado de las diferentes áreas de mi cuerpo que acaba en una contracción fuera de lugar, acentuada entre mi vientre y mis labios inferiores, humedeciéndolos, sobre saturando el sector de flujo sanguíneo, llevando las palpitaciones  una pseudo explosión que necesita de manera urgente acabar en el más corto tiempo.

jueves, 26 de mayo de 2011

MiRaDaS

en horas de la tarde, cuando el metro se llena de cuerpos calidos y muchas veces traspirosos, dosmiradas se encuentran en un mismo vagón. Sin advertencia, sin necesidad y sin premeditación alguna, sus cuerpos se topan en un mismo metro cuadrado, sus alientos, sus olores se entremezclan, logran reconocerse mutuamente como si de conocidos se tratase. No dejan de mirarse, de sentirse.

En un segundo ella se transaporta, pasa de ese bagón de metro auna sala solitaria, adornada con miles de paños de seda de color azul, tras ellos una figura, una persona, el encuentro con aquel a quien antes reconocio frente a sus narices, el mismo aliento, el mismo olor, los mismos ojos profundamente negros. El la observa, se acerca, la rodea, rozasu cuerpo tan solo con la punta de los bellos de sus brazos, ella se estremece, cada uno de sus musculos se tensa, reconoce la atracción.

La escena es limpia, ella solo lo mira, el se mueve a su alrededor, la llama, la seduce, sin embargo ella solo puede mirar. Entonces el actúa, la toma, la somete y la penetra hasta lo más profundo de su ser, ella solo se entrega, siente, huele, vive el momento, y cuando la fricción y el roce han hecho su trabajo, y las pulsaciones desmedidas del flujo sanguíneo empujan cada uno de los miembros contra el otro cuerpo, y se siente esa llamarada que sale desde el origen de la vida como una extencion del pene y la vagina, de los vientres, del exhalo, ella cierra sus ojos para percatarse que esos ojos negros la siguen mirando y que el bullicio de la muchedumbre del metro la han despertado.

lunes, 23 de mayo de 2011

La primera vez (II)







No pierdes tiempo y te sumerges entre ambas, tibias y tersas presas que se presentan ante ti. Tus labios me acarician punto por punto, centímetro a centímetro, pezón por pezón, y cuando tu abrazo ya me ha dejado lo suficientemente pegada a ti, sin ningún espacio entre ambos, creo  que muero, y sin premeditación un sonido sale de mi mas profundo interior, un gemido se escapa de mi seca boca, en tanto que tu otra mano, que aún sujeta firmemente mi nalga comienza a provocar un movimiento en vaivén, ese movimiento que es paso seguro de este baile y que rápidamente se vuelve natural entre tu y yo, entre los cuerpos, entre los calores y lugares mas acalorados.

Me balanceo sobre ti, sintiendo todo el lo que se puede en un solo momento, sin entender mucho ni pensar en nada, solo sintiendo. De pronto me veo tendida en la cama sin respiración, agitada, electrizada por aquella sensación descontrolada, y siento que tus manos se afirman de mis muslos, que simultáneamente vuelan pantys, calcetines, calzones y calzoncillos, y que una lengua tibia y delicada, igual que una mariposa se posa en mi clítoris acariciándolo suavemente. Es la sensación más extasiante que jamás he sentido, y que tampoco quiero dejar de sentir. Mi cuerpo se contrae y retuerce al ritmo de cada lamida, se acelera mi corazón, el palpitar de todo mi cuerpo, en especial de mis labios, de aquellos que están más cerca de este lugar acariciado.

Me desespero, quiero tus labios en los míos de nuevo, quiero tu cuerpo sobre el mí otra vez antes de salir arrancando. Tú también lo sientes y lo sé.  Nuestros cuerpos sólo se necesitan así mismos. Te acomodas sobre mi, y sin aviso me penetras lentamente, siento cada centímetro, y no son despreciables, de tu miembro rígido y palpitante dentro de mi. De pronto un dolor sobreviene tal exquisito momento, lo cual lo vuelve aun más placentero en la medida que se mezcla con cada una de las diversas sensaciones que genera este instante, los olores, los sabores, los calores, texturas, etc. 

Te oigo gemir, y ese sonido... el saber que estas tan excitado como yo, provoca que yo disfrute aún más como nos probamos, como nos catamos el uno al otro. Nuestra respiración y nuestros movimientos van a estas alturas al unísono, siento que vas a llegar muy adentro y eso es todo lo que quiero, quiero saber que más sigue, que hay detrás de este querer escapar. Ya no puedo aguantar más quiero que llegues hasta aquel lugar que siquiera yo conozco, que busques hasta que encuentres, quiero mantener esta sensación por siempre en mi cuerpo, quiero que entres y no te detengas más. Es en ese instante cuando la huida regresa, y esa electricidad baja desde mi vientre hasta mis labios mojados y ardientes. Me contraigo, suspiro, gimo… tu sólo te mueves, cada vez más profundo, cada vez más rápido, cada vez más intenso, cada vez, cada vez, cada vez… y sin verlo venir, algo dentro de mi estalla en un millos de sensaciones, contracciones y adormecimientos múltiples que recorren mi cuerpo y desembocan en un estridente y sostenido “aaaaaahhhhhhhhhhhh”.

Todo se detiene, por lo menos entre tu y yo, mi cuerpo continua agitado, caliente, palpitando, respirando, traspirando y  lubricando, pero en la escena, solo son dos cuerpos temblorosos y 10 dedos entrelazados que comunican todo aquello que no se dice, todo aquello que ha sido para ambos esta primera vez.

jueves, 19 de mayo de 2011

La primera vez (I)




Era una fría mañana de invierno. Ambos, la noche anterior, acordamos juntarnos en mi casa a las nueve de la mañana. Yo llegaría primero y dejaría la reja abierta, así cuando él pasara y de manera más que disimulada entraría con tan solo una inspiración.

Llegué de vuelta del colegio al cual nunca llegué, entré y deje la reja abierta. Eran las nueve con cinco minutos en mi reloj, y para mi ya era tarde, la ansiedad rebosaba mi cuerpo, se escurría por doquier, y mi corazón palpitaba cada vez más rápido a medida que los segundos pasaban, al mismo tiempo que mi cabeza calculaba la estrategia en el caso de que no apareciera.

Miro la hora, son las nueve y veinticinco, creo en lo más profundo que él no aparecerá, me desanimo y todo el proceso anterior se detiene en ese instante. Me saco los zapatos sin mayor esfuerzo que el que mis pies son capaces de hacer, y comienzo mi subida, deprimente y penosa por la escalera hasta la cama, con una sensación de derrota donde ya nada de lo acordado podía concretarse. Porque con dieciséis años si algo no resulta como lo esperaste, en definitiva es el fin del mundo.

Prendo la tele, sin ponerle mucha atención, solo busco sentirme acompañada en mi momento de decepción, y con la idea fija en la mente de que no llegaste, de que no te importó. Por algún motivo decido voltearme, y en ese instante y como una ilusión apareces tú, hermoso y expectante igual que yo.

Toda la rabia se me va, no me interesa saber que es lo que te sucedió, el por qué de tu atraso, el momento sólo nos da para aquello que mejor sabemos hacer.

Te miro, te observo, contemplo tu figura y te rodeo con mi cuerpo, con mis ojos, interminablemente, sin pensar en nada más. Te beso, un beso apretado, sin pudor, un beso que no es el mismo de siempre, que te entrega algo mas que saliva y calor, que conlleva un mensaje escrito a fuego en mis labios, y que se traspasa sin mayor dificultad y velozmente. Me alejo en una fracción de segundo, y cuando decido buscar tus ojos, tus labios ya han recibido el mensaje,  han salido a buscar los míos  con desesperación, como si algo se hubiese perdido, como si ellos fueran vitales, en un solo impulso y sin vacilación. Tus labios arden más que de costumbre tratando de devolver aquello que recién les fue entregado. Tus manos me rodean en un abrazo profundo que nos fusiona en uno y me deja sin respiración, sin aliento, no temo en absoluto, me agrada y me entrego.

De pronto atrapo tus carnosos labios con mis dientes, dándome una sensación extravagante y desconocida que no soy capaz de reconocer, que no he sentido jamás hasta este instante y que me estremece hasta los huesos. Tu mirada se transforma, tus ojos buscan algo en mi, recorres mi cuerpo con ellos sin decir una sola palabra, tus manos comienzan a hacer contacto, viajando desde mi cintura hasta mis pechos apretándolos con firmeza, con fuerza, con una cierta desesperación, a sabiendas de que es algo que he estado esperando desde que llegaste.

Aquel cosquilleo que en un momento comenzó en mi abdomen, se traslada ahora a mi estómago, a mis piernas, a mis labios, y viaja de una manera avasalladora y brusca, que me produce querer escapar en cualquier momento, aunque sé muy bien que no es todo lo contrario.

Me siento sobre ti, necesito que esa sensación penetre en mi, no sé por qué, sólo deseo dejar de sentir la inminente huida  quiero permanecer y saber como acabaran las cosas. Me tomas con tus enormes manos desde la cintura, recogiendo mi jumper tableado hasta alcanzar mis nalgas, tus manos están frías, mis glúteos se contraen al contacto de inmediato. Las tomas y las haces tuyas, como si fueran algún tipo de material que quieres moldear a tu antojo. Una de tus manos se estaciona ahí  en tanto que la otra se traslada desabotonando mi uniforme y mi blusa, dejando al descubierto un par de voluptuosas tetas que sobresalen del brasiere...

miércoles, 4 de mayo de 2011

Juguetillos para todos los gustos

Form 6 de Jimmyjane

Diseñado por Ethan Imboden, Form 6 representa su vibrador más poderoso y rico en funciones hasta la fecha. Recargable y completamente impermeable, Form 6 tiene un amplio rango de vibración, velocidades e intensidades y vibra a través de los dos extremos. La superficie es lisa y suave y tiene un peso significativo. Form 6 de Jimmyjane


Mustang de Vixen Creations

Vixen Creations fue uno de los pioneros en usar silicona para fabricar consoladores. 
La silicona es el material ideal para los consoladores:
  • fácil de limpiar
  • resistente
  • hipoalergénico
  • conserva el calor del cuerpo
  • transmite vibraciones
  • incluso se puede lavar o hervir.
Hace años creó VixSkin, una silicona de doble densidad que tiene un exterior suave y un centro firme.
Mustang de Vixen Creations

Nea de LELO

El diseñador sueco LELO comenzó con una idea simple: hacer objetos bellos y sofisticados que proporcionen una estimulación fuerte y consistente.
Nea es un vibrador recargable externo, de diseño ergonómico, silencioso y muy potente. Nea cuenta con una función multivelocidad sensible y duradera, resultando bueno tanto para el principiante como para el experimentado.

Nea de LELO

Pure Wand de NJOY

Los diseñadores de Njoy se autodenominan “observadores entusiastas de las maravillas de la mecánica sexual humana”. Su material de elección, el acero inoxidable de grado médico, es hermoso, duradero y seguro.
Sus diseños son hermosos y funcionales por igual. Pure Wand es un juguete de doble penetración muy seguro para uso vaginal o anal.
Pure Wand de NJOY

We Vibe de Standard InnovationsWe Vibe de Standard Innovations

Una solución ideal al problema de la estimulación del clítoris insuficiente durante la relación sexual, We Vibe se usa durante la penetración. Un brazo es insertado en la vagina mientras que el otro se apoya contra el clítoris. Es un vibrador recargable de alta calidad con un cuerpo de silicona fácil de limpiar.