Primera impresión

De alguna manera durante el inicio de mi adolescencia, y por razones que no logro descubrir, se despertó en mi un inquietante interés sexual que me era un poco imposible manejar. Luego de unos años incursionando, viendo películas, pasándomelas y demases, conocí a mi primer pololo, y mi primera vez en todo.
Tenía bastantes expectativas de lo que iba a sentir y de las cosas que sucederían cuando por primera vez tuviera una relación sexual, y como se deben imaginar mientras leen estas líneas, mis apuros y mi curiosidad me llevaron a la primera experiencia más penca de la vida, no negaré que luego el dolor se volvió parte de mi placer, pero sólo por un motivo que muchas de nosotras debe compartir, el ser buena onda, niña linda, buena gente... de esas niñas que les da lata remarcar los errores de los otros, de esas que mira con una sonrisa asintiendo que todo eta bien cuando de verdad no es tan así.
Lo peor de todo esto, es que en el momento en el que maduras, y te das cuenta que tu cuerpo esta a tu dispisición, y que si tienes la confianza con tu pareja para plantear discrepancias puedes decir "loco: en verdad eso que haces no me gusta nada", es cuando aparecen los minos que, al igual que Adán, se creen que nacieron con el don del espíritu santo que todo lo puede, todo lo sabe, y todo lo quiere también y te impone lo siguiente: "es que tu quieres llevar las riendas de todo por acá, todo lo encuentras malo, todo es sólo cuando tu lo deseas"... y cosas por el estilo. Es decir, cuando uno trata, o mas bien, de lleno abre todo tipo de canal de comunicación con el otro, que es lo que pasa, este otro se hecha encima el sentimiento derrotista, pero no por ellos, porque ellos nunca hacen nada mal, sino por que una, osea nosotras somos las exigentes, las frígidas las que hablan mucho, las raras, las que no quieren probar cosas nuevas, o las demasiado innovadoras, y definitivamente asi, en este mundo "nadie puede."